domingo, 10 de enero de 2010

Desahogo

No creo en Dios, y no hago daño a nadie diciéndolo, hacen más los que creen y juzgan y ponen cadenas desde su temor. No creo en el fin del mundo, ni en el juicio final, ni en el pecado. Creo que la culpa es un invento cristiano que nos ha hecho mierda, no creo en las profecías ni mayas, ni aztecas, ni judías, ni de Marte, no le tengo fe al psicoanálisis. Odio a la gente que finge no cabrearse nunca y que no sólo vende el pensamiento positivo a todas horas, sino que juzga a quien se cabrea sea por el motivo que sea y le insta a sonreír a la adversidad. Todo tiene un momento, y el cabreo el suyo. Yo sonrío a menudo, pero no cuando me cabreo,no queda bien.
Me dan por culo las personas que no cuestionan los libros, sobre todo esos de la nueva era que predican que la riqueza y el bienestar social pueden estar al alcance de todos sin comprender que harían falta 10 planetas para que la humanidad completa pudiera vivir con el derroche con el que se vive en el primer mundo. Me duelen la ignorancia, la hipocresía, la queja constante, la falta de fuerza de voluntad, los juicios categóricos y las verdades absolutas,la gente que habla por hablar, o más bien por escucharse.
No soporto a la gente que se me acerca y me dice: tienes barriguita, o tienes el pelo reseco, o estás mal de voz...
Me revienta la gente que no respeta mi espacio, ni los límites que pongo, los pesados que me acosan y sus juegos.
La gente que critica a los demás y no se observan, las "novias de", las mojigatas orgullosas de serlo, los traidores, los mentirosos, los que no escuchan y creen tener siempre la razón, los que no piden perdón...
Odio que me impongan cosas, que me tomen por tonta, odio a los que van de mártires, porque también es parte del juego cristiano, y odio que sean las víctimas las que triunfen, ¿víctima y victoria tiene la misma raíz?.

Pero a pesar de todo eso, creo en la magia, porque esa la decido yo. Escojo qué es mágico y qué no, y le pongo un Dios a cada esquina de mi vida donde puedo sentirla. Yo soy magia y las personas que me rodean también. Creo en el amor de mi familia, de mis amigos, creo en los seres humanos y en esa escalofrío que emociona, creo en el Amor de verdad,creo en la fuerza de la música y en la mía, (que es mucha), Tengo una fe casi infinita en nosotros y eso no tiene precio, (para todo lo demás: nueva era, u otros best sellers (biblia, corán, etc)
Gracias a todos los que me quieren, gracias a mis padres y a mi familia por inculcarme esa capacidad de magia, gracias a los dioses de mis esquinas, gracias a las adversidades que me han hecho lo que soy y GRACIAS AL 2009 que ha sido uno de los mejores años de mi vida (no digo el mejor porque el 2010 lo será aún más;).

domingo, 27 de diciembre de 2009

El amor 12

Todo fue una casualidad. Llovía, el mismo bar, la misma marca de cigarrillo mentolado, el mismo libro de autoayuda, la misma soledad, las mismas ganas, la misma sorpresa y la mañana se hizo destino y les guió hacia un deseado futuro para dos.
Comentaron lo asombroso de las coincidencias indagando en sus ojos señales de un sentimiento compartido. Se precipitaron a buscar aún más y hallaron muchas, porque siempre se encuentran si se buscan con suficientes ganas. Se rieron de ellas, siempre sorprendidos. Se forjaron ideas, incluso algún que otro sueño que no compartieron. Pensaron en comedias románticas, en sus libros de Coello, en todos los sabios manuales que hablaban del principio de causalidad, (que no casualidad) y creyeron ver un capítulo de sus respectivos destinos trazado en aquel bar repleto de humo y voces ajenas a su mundo coincidente. El universo había hablado, había hecho que lloviera, que fumaran Reynolds, que pasaran por allí y entraran al mismo bar, que leyeran aquel mismo libro y que se sentaran en mesas próximas, y los había hecho felices dándole por fin un sentido y un final a su búsqueda. 
Con el tiempo, cada vez que el hastío o la monotonía les robaba un poco de ilusión volvían a aquel bar a recordar que su vida actual era parte de un destino aún mayor que los encadenaba a seguir juntos aunque ya no se quisieran. 
Y aunque ahora no fuman, llevan paraguas, prefieren leer a Stephen King y creen que ya no hay nada que les sorprenda, se niegan a romper ese vínculo rutinario ya, que fue sin duda creado por un poder que los supera.

viernes, 18 de diciembre de 2009

El amor 11:


Se sonrieron y se investigaron las ropas, las miradas. Se imaginaron los cuerpos, se estudiaron las caras, los olores, los alientos respectivos a vodka y a ron. Se intercambiaron besos, se palparon los calores, se conocieron por dentro, se llevaron a la boca historias de pasado y reflexiones presentes y alguna que otra cosa menos abstracta. Se midieron, se compararon con otros y otras, se contaron los pelos, las pecas, los lunares, los granos...se amaron o dudaron al menos de su amor durante alguna explosión de risas y de besos. Se abrazaron fuerte y se escucharon. Se lastimaron, aunque casi no lo notaron. Se soñaron dormidos y se hicieron día.
Sin vodka ni ron, se sintieron distintos, se olieron a mañana, a día cotidiano diferente, a frío...Se vieron más pelos, más lunares, más pecas, más ojeras, más aliento a resaca. Se encontraron perdidos en un hoy sin mapa y se fueron. Aún hoy se recuerdan y se preguntan si fue el sol el culpable de aquella despedida.

sábado, 14 de noviembre de 2009

El amor 10

Mis últimas palabras fueron negras, lo sé porque las vi salir de mi boca como humo. Eran de un negro brillante, muy oscuro y como era de noche se veían poco bajo la luz de las farolas de la rambla. Eran negras pero no por ello feas, tampoco eran hermosas. Digamos que fueron palabras pesadas, tristes... suplicantes. Quizá él no las viera, quizá el no se diera cuenta del brillo de aquella negrura gigantesca que me llenaba entera.

Sus últimas palabras las recuerdo amarillas, se veían bien en aquella noche fría, por eso todo me quedó suficientemente claro. Aún puedo verlas. radiantes, gritándome su hastío a la cara como si trataran de convertirse en mi propia conciencia repentina. Mis ojos se clavaron en su espalda y él pronunció aquella frase lapidaria: "yo creo que nuestro tiempo ya pasó" y siguió caminando las aceras verdes, que aún guardaban algo de esperanza, y tiñéndolas de un color que no recuerdo, quizá sea ese el color con que cubre los días el olvido.

El amor 9

8)OTRAS VECES


A veces es difícil olvidarse. Hoy volví a decir las palabras mágicas: lo siento él ya no vive aquí. Me paré frente a mi interlocutor, observé su modo de rebuscar en mis ojos el dolor y no esquivé sus preguntas sin palabras. Las miradas lastimosas ya no me pesan ni me obligan a buscar en el suelo un agujero por el que escapar.
Cerdo repugnante, no sabes cómo te odio.
También estuve ordenando papeles, fui al supermercado y cuando llegué me encontré a la vecina del tercero. Me volvió a preguntar por ti. Esta vez le dije: Ya no estamos. Me ahorré el "juntos", sobraba y además es una palabra que sólo mencionar me produce asco.
Comí frente al televisor,(sí, me he comprado uno) y no daban otra cosa que telenovelas y culebrones, estuve a punto de tirarlo por el balcón, pero preferí esperar a ver qué decían las noticias: podrías tener un accidente mortal y salir por la tele, aunque creo que tal y como están las cosas hoy en día es más probable que me entere de que eres el último novio de Malena Gracia. En cualquier caso, que sepas que todos los días miro las esquelas a ver si encuentro tu foto publicada, no querría llegar tarde a la fiesta.
Después de comer, me fui al gimnasio. Tengo demasiada energía que quemar y allí me encontré a tu amigo Óscar, ese tan guapo. También me preguntó por ti. Con ese incluso ahorré palabras. Le hice un gesto con las manos que indicaba un "no" y puse cara de circunstancias. Nunca he entendido qué quiere decir poner esa cara, pero en mi caso y para que lo entiendas, puse la cara que esta circunstancia en concreto me produce. Mi cara debió gustarle porque me invitó a salir y acepté, quedamos para el sábado, pero antes charlamos un buen rato. Le hablé de tus problemillas de aerofagia y le sugerí que me habías puesto los cuernos con su ex-mujer, pero muy sutilmente, quizá ya lo haya olvidado. Sabes que siempre me ha costado horrores mentir y claro la conversación surgió y no pude evitar contárselo. Por cierto que creo que Óscar es familia de tu jefe, me dijo que era primo creo, o cuñado, mmm... no, hermano, sin duda, es el hermano de tu jefe. Otra cosita cariño ¿se te ha curado ya la urticaria que te dio en los testículos?, porque estoy segura ya de que te la contagió aquella chica alta del edificio de la esquina. Supongo que no querrás reclamar, pero por lo visto no lo hace por amor, sino que es una profesión suya. Me temo que ya sé dónde perdiste la cartera con 400 euros. Me han dicho que tiene SIDA, sólo por si quieres ir a que te miren. Menos mal que dejé de gustarte cuando di a luz. A la otra chica del mismo edificio, con la que te vieron mi madre y la niña, en el portal, se la llevó la policía ayer por tráfico de estupefacientes. La policía está investigando a todos sus contactos. También te ha llegado un papel que tienes que presentar en la oficina de hacienda con carácter urgente, creo que mañana es el último día. Es un aviso de embargo por unos recibos que no has pagado, deben ser unos que me olvidé de enviarte. El papel en cuestión es la parte de atrás de esta hermosa cartita, que no sé si habrás tirado antes de acabar. En cualquier caso, me importa muy poco. Siento que tengas que entregarlo así mi vida, es que necesitaba mis folios para otras cosas y sabes bien que a mí me encanta reciclarlo todo, estuve diez años reciclando algo inservible. Un abrazo

El amor 8

7)A VECES
A veces es difícil olvidarse: "lo siento él ya no vive aquí". Pararse fríamente después de pronunciar estas palabras y observar cómo tu interlocutor busca el dolor en tu mirada. Cuántas veces he tenido la tentación de explicarle al cartero lo que ocurrió, cuando su mirada lastimosa me pesa con tanta fuerza que me obliga a hurgar en el suelo con los ojos como si buscase un hoyo por el que escapar. Contarle que aquel hombre que solía abrirle en calzoncillos cuando nos traía el encargo de la semana, el que sonreía y me hablaba con dulzura, ya no está conmigo más. Esa es otra respuesta que odio, “ya no estamos juntos”, a veces incluso me ahorro el juntos”. “Ya no estamos”, lo dice todo. ¿Por qué duele tanto revelarle al mundo que se acabó? Es como decirles que fuiste incapaz de conservar algo que te importaba, es un reconocimiento público de un fracaso. A veces me cuesta tanto decirlo que sólo hago un gesto con las manos un “no” y pongo cara de circunstancias, que aún no sé muy bien qué cara es. En mi caso es la cara que esta circunstancia en concreto me produce y no sabría describirla porque no me veo cuando la pongo. Sé que lo que siento es una necesidad inmensa de que nadie me pregunte nada más, es una cara de se acabó la relación y se acabaron las preguntas. Siento que esas preguntas están fuera de lugar. Si un pariente se muere la gente no va al velatorio a preguntar de qué murió, si sufrió, si tenía dolores...pues es casi lo mismo.
A veces es difícil olvidarse también porque dejaste restos: un calcetín tuyo entre mi ropa, uno solo, un calcetín sin su pareja. Y me doy cuenta de que es lo único que compartimos ahora: una pareja de calcetines, cada uno tiene el suyo igual al del otro, cada uno en su parte del mundo, en su parte de la vida. Yo lo conservo, quizá tú lo hayas tirado ya.
A veces también es difícil recordarte, se me olvida tu imagen, a veces te cuelas en mis sueños sin permiso, a veces te odio, a veces te echo de menos, a veces, a veces, a veces... y todos los días en cada trozo de minuto que no me roban esas veces dibujo un mañana en el que no aparezcas.

El amor 6

5)Escarcha
Hablaban desde la distancia. Conservaban sus mañanas y sus noches, las de ella solitarias, las de él monótonas. Conservaban sus olores íntimos, sus manías, sus errores y secretos mejor guardados, su espacio y tiempo sin el otro. Compartían, sin embargo, palabras: algunas efímeras, otras de esas que se tatúan para bien o para mal en la memoria y aparecen de improviso acompañadas de sensaciones que se posan en el pecho. Palabras que llegaban desde lejos, sin rostro, ni calor y atemporales, porque muchas quedaban escritas para poder revivirlas cuando cualquiera de los dos lo deseara.
Ella lo amaba, o eso creía que al fin y al cabo es lo que cuenta. De entre todas las decepciones que había sufrido, la de él había sido la menos dolorosa, de entre todos sus sueños anhelantes de amor, él era el más real, de entre todos los problemas que el amor podía causarle, él era el más lejano y de entre todas las excusas a su amor apasionado, las de él eran las más justificadas.
Él siempre la amó, desde el principio de los tiempos, pero en algún momento de su vida se sumergió en una paz helada que le entumeció hasta los huesos y de la que no intentó siquiera salir.
Se enviaron palabras y palabras, las de ella cada vez más llenas de amor comenzaron a alojarse en el pecho de él, cuando agotaron el espacio le llenaron la cabeza, las orejas, los ojos, la boca, el orgullo, los miedos. Y así henchido de palabras y congelado en esa paz entumecedora se fue llenando de un amor estático y absurdo del que no podía zafarse y se hinchó tanto, tanto, tanto que explotó en medio del hielo de esa paz elegida. Sus trozos se congelaron. Ahora son la escarcha de un amor sin medida.