domingo, 27 de diciembre de 2009

El amor 12

Todo fue una casualidad. Llovía, el mismo bar, la misma marca de cigarrillo mentolado, el mismo libro de autoayuda, la misma soledad, las mismas ganas, la misma sorpresa y la mañana se hizo destino y les guió hacia un deseado futuro para dos.
Comentaron lo asombroso de las coincidencias indagando en sus ojos señales de un sentimiento compartido. Se precipitaron a buscar aún más y hallaron muchas, porque siempre se encuentran si se buscan con suficientes ganas. Se rieron de ellas, siempre sorprendidos. Se forjaron ideas, incluso algún que otro sueño que no compartieron. Pensaron en comedias románticas, en sus libros de Coello, en todos los sabios manuales que hablaban del principio de causalidad, (que no casualidad) y creyeron ver un capítulo de sus respectivos destinos trazado en aquel bar repleto de humo y voces ajenas a su mundo coincidente. El universo había hablado, había hecho que lloviera, que fumaran Reynolds, que pasaran por allí y entraran al mismo bar, que leyeran aquel mismo libro y que se sentaran en mesas próximas, y los había hecho felices dándole por fin un sentido y un final a su búsqueda. 
Con el tiempo, cada vez que el hastío o la monotonía les robaba un poco de ilusión volvían a aquel bar a recordar que su vida actual era parte de un destino aún mayor que los encadenaba a seguir juntos aunque ya no se quisieran. 
Y aunque ahora no fuman, llevan paraguas, prefieren leer a Stephen King y creen que ya no hay nada que les sorprenda, se niegan a romper ese vínculo rutinario ya, que fue sin duda creado por un poder que los supera.

viernes, 18 de diciembre de 2009

El amor 11:


Se sonrieron y se investigaron las ropas, las miradas. Se imaginaron los cuerpos, se estudiaron las caras, los olores, los alientos respectivos a vodka y a ron. Se intercambiaron besos, se palparon los calores, se conocieron por dentro, se llevaron a la boca historias de pasado y reflexiones presentes y alguna que otra cosa menos abstracta. Se midieron, se compararon con otros y otras, se contaron los pelos, las pecas, los lunares, los granos...se amaron o dudaron al menos de su amor durante alguna explosión de risas y de besos. Se abrazaron fuerte y se escucharon. Se lastimaron, aunque casi no lo notaron. Se soñaron dormidos y se hicieron día.
Sin vodka ni ron, se sintieron distintos, se olieron a mañana, a día cotidiano diferente, a frío...Se vieron más pelos, más lunares, más pecas, más ojeras, más aliento a resaca. Se encontraron perdidos en un hoy sin mapa y se fueron. Aún hoy se recuerdan y se preguntan si fue el sol el culpable de aquella despedida.

sábado, 14 de noviembre de 2009

El amor 10

Mis últimas palabras fueron negras, lo sé porque las vi salir de mi boca como humo. Eran de un negro brillante, muy oscuro y como era de noche se veían poco bajo la luz de las farolas de la rambla. Eran negras pero no por ello feas, tampoco eran hermosas. Digamos que fueron palabras pesadas, tristes... suplicantes. Quizá él no las viera, quizá el no se diera cuenta del brillo de aquella negrura gigantesca que me llenaba entera.

Sus últimas palabras las recuerdo amarillas, se veían bien en aquella noche fría, por eso todo me quedó suficientemente claro. Aún puedo verlas. radiantes, gritándome su hastío a la cara como si trataran de convertirse en mi propia conciencia repentina. Mis ojos se clavaron en su espalda y él pronunció aquella frase lapidaria: "yo creo que nuestro tiempo ya pasó" y siguió caminando las aceras verdes, que aún guardaban algo de esperanza, y tiñéndolas de un color que no recuerdo, quizá sea ese el color con que cubre los días el olvido.

El amor 9

8)OTRAS VECES


A veces es difícil olvidarse. Hoy volví a decir las palabras mágicas: lo siento él ya no vive aquí. Me paré frente a mi interlocutor, observé su modo de rebuscar en mis ojos el dolor y no esquivé sus preguntas sin palabras. Las miradas lastimosas ya no me pesan ni me obligan a buscar en el suelo un agujero por el que escapar.
Cerdo repugnante, no sabes cómo te odio.
También estuve ordenando papeles, fui al supermercado y cuando llegué me encontré a la vecina del tercero. Me volvió a preguntar por ti. Esta vez le dije: Ya no estamos. Me ahorré el "juntos", sobraba y además es una palabra que sólo mencionar me produce asco.
Comí frente al televisor,(sí, me he comprado uno) y no daban otra cosa que telenovelas y culebrones, estuve a punto de tirarlo por el balcón, pero preferí esperar a ver qué decían las noticias: podrías tener un accidente mortal y salir por la tele, aunque creo que tal y como están las cosas hoy en día es más probable que me entere de que eres el último novio de Malena Gracia. En cualquier caso, que sepas que todos los días miro las esquelas a ver si encuentro tu foto publicada, no querría llegar tarde a la fiesta.
Después de comer, me fui al gimnasio. Tengo demasiada energía que quemar y allí me encontré a tu amigo Óscar, ese tan guapo. También me preguntó por ti. Con ese incluso ahorré palabras. Le hice un gesto con las manos que indicaba un "no" y puse cara de circunstancias. Nunca he entendido qué quiere decir poner esa cara, pero en mi caso y para que lo entiendas, puse la cara que esta circunstancia en concreto me produce. Mi cara debió gustarle porque me invitó a salir y acepté, quedamos para el sábado, pero antes charlamos un buen rato. Le hablé de tus problemillas de aerofagia y le sugerí que me habías puesto los cuernos con su ex-mujer, pero muy sutilmente, quizá ya lo haya olvidado. Sabes que siempre me ha costado horrores mentir y claro la conversación surgió y no pude evitar contárselo. Por cierto que creo que Óscar es familia de tu jefe, me dijo que era primo creo, o cuñado, mmm... no, hermano, sin duda, es el hermano de tu jefe. Otra cosita cariño ¿se te ha curado ya la urticaria que te dio en los testículos?, porque estoy segura ya de que te la contagió aquella chica alta del edificio de la esquina. Supongo que no querrás reclamar, pero por lo visto no lo hace por amor, sino que es una profesión suya. Me temo que ya sé dónde perdiste la cartera con 400 euros. Me han dicho que tiene SIDA, sólo por si quieres ir a que te miren. Menos mal que dejé de gustarte cuando di a luz. A la otra chica del mismo edificio, con la que te vieron mi madre y la niña, en el portal, se la llevó la policía ayer por tráfico de estupefacientes. La policía está investigando a todos sus contactos. También te ha llegado un papel que tienes que presentar en la oficina de hacienda con carácter urgente, creo que mañana es el último día. Es un aviso de embargo por unos recibos que no has pagado, deben ser unos que me olvidé de enviarte. El papel en cuestión es la parte de atrás de esta hermosa cartita, que no sé si habrás tirado antes de acabar. En cualquier caso, me importa muy poco. Siento que tengas que entregarlo así mi vida, es que necesitaba mis folios para otras cosas y sabes bien que a mí me encanta reciclarlo todo, estuve diez años reciclando algo inservible. Un abrazo

El amor 8

7)A VECES
A veces es difícil olvidarse: "lo siento él ya no vive aquí". Pararse fríamente después de pronunciar estas palabras y observar cómo tu interlocutor busca el dolor en tu mirada. Cuántas veces he tenido la tentación de explicarle al cartero lo que ocurrió, cuando su mirada lastimosa me pesa con tanta fuerza que me obliga a hurgar en el suelo con los ojos como si buscase un hoyo por el que escapar. Contarle que aquel hombre que solía abrirle en calzoncillos cuando nos traía el encargo de la semana, el que sonreía y me hablaba con dulzura, ya no está conmigo más. Esa es otra respuesta que odio, “ya no estamos juntos”, a veces incluso me ahorro el juntos”. “Ya no estamos”, lo dice todo. ¿Por qué duele tanto revelarle al mundo que se acabó? Es como decirles que fuiste incapaz de conservar algo que te importaba, es un reconocimiento público de un fracaso. A veces me cuesta tanto decirlo que sólo hago un gesto con las manos un “no” y pongo cara de circunstancias, que aún no sé muy bien qué cara es. En mi caso es la cara que esta circunstancia en concreto me produce y no sabría describirla porque no me veo cuando la pongo. Sé que lo que siento es una necesidad inmensa de que nadie me pregunte nada más, es una cara de se acabó la relación y se acabaron las preguntas. Siento que esas preguntas están fuera de lugar. Si un pariente se muere la gente no va al velatorio a preguntar de qué murió, si sufrió, si tenía dolores...pues es casi lo mismo.
A veces es difícil olvidarse también porque dejaste restos: un calcetín tuyo entre mi ropa, uno solo, un calcetín sin su pareja. Y me doy cuenta de que es lo único que compartimos ahora: una pareja de calcetines, cada uno tiene el suyo igual al del otro, cada uno en su parte del mundo, en su parte de la vida. Yo lo conservo, quizá tú lo hayas tirado ya.
A veces también es difícil recordarte, se me olvida tu imagen, a veces te cuelas en mis sueños sin permiso, a veces te odio, a veces te echo de menos, a veces, a veces, a veces... y todos los días en cada trozo de minuto que no me roban esas veces dibujo un mañana en el que no aparezcas.

El amor 6

5)Escarcha
Hablaban desde la distancia. Conservaban sus mañanas y sus noches, las de ella solitarias, las de él monótonas. Conservaban sus olores íntimos, sus manías, sus errores y secretos mejor guardados, su espacio y tiempo sin el otro. Compartían, sin embargo, palabras: algunas efímeras, otras de esas que se tatúan para bien o para mal en la memoria y aparecen de improviso acompañadas de sensaciones que se posan en el pecho. Palabras que llegaban desde lejos, sin rostro, ni calor y atemporales, porque muchas quedaban escritas para poder revivirlas cuando cualquiera de los dos lo deseara.
Ella lo amaba, o eso creía que al fin y al cabo es lo que cuenta. De entre todas las decepciones que había sufrido, la de él había sido la menos dolorosa, de entre todos sus sueños anhelantes de amor, él era el más real, de entre todos los problemas que el amor podía causarle, él era el más lejano y de entre todas las excusas a su amor apasionado, las de él eran las más justificadas.
Él siempre la amó, desde el principio de los tiempos, pero en algún momento de su vida se sumergió en una paz helada que le entumeció hasta los huesos y de la que no intentó siquiera salir.
Se enviaron palabras y palabras, las de ella cada vez más llenas de amor comenzaron a alojarse en el pecho de él, cuando agotaron el espacio le llenaron la cabeza, las orejas, los ojos, la boca, el orgullo, los miedos. Y así henchido de palabras y congelado en esa paz entumecedora se fue llenando de un amor estático y absurdo del que no podía zafarse y se hinchó tanto, tanto, tanto que explotó en medio del hielo de esa paz elegida. Sus trozos se congelaron. Ahora son la escarcha de un amor sin medida.

El amor 5

4)Poesías
Un día decidió escribirle maravillosas palabras de amor, y así lo hizo. Las escogía siempre cuidadosamente y se las enviaba en elaborados mensajes que requerían horas de poner en orden su imaginación. Quería sorprenderla con la profundidad de su pensamiento, con la magnitud idílica de su sentimiento y estaba convencido de que aquellas palabras eran la herramienta que necesitaba para cavar suave y dulcemente un camino hacia el matrimonio.
Buscó nombres de flores exóticas, estudió geografía para citar los lugares más hermosos, aprendió a hacer metáforas y descubrió las onomatopeyas, incluso inventó algunas nuevas que a él le parecieron clarísimas y hermosas, se arriesgó a copiar algunas metonimias, y utilizó el hipérbaton desmedido cada vez que tenía que hacer alusión a su belleza. No conocía los nombres de las figuras literarias, pero las usaba sin control. De entre las palabras que los amantes se susurraban en las películas escogió aquellas que más bellas le parecían y construyó mensajes a diario donde sus sentimientos más secretos tomaban forma de poemas con rimas consonantes y versos libres, o de una prosa poética que le parecía a él que le daba más libertad de expresión. Descubrió la licencia literaria y la usó a su antojo, atiborrando sus versos y su prosa de símbolos abstractos que construían casi un dibujo de sus sentimientos. Ella nunca respondió. Obcecado en obtener algún tipo de respuesta jamás cejó en su empeño y continuó escribiéndole palabras que quedaban en el aire sin respuesta. Su miedo al rechazo le hizo forjar la idea de que ella no respondía quizá por vergüenza a contestar con palabras comunes a tan sublimes obras literarias, pero la realidad era que ella enmudeció gracias a una "h" (muda también), que se coló en el primer "mi hamor" que éste le envió en su primer mensaje.

el amor 4

3)Mehldau
Empezó la canción, esa tan triste que siempre la hacía llorar, esa que siempre escucharon juntos en la casa de ambos, bajo la luz tenue de la lámpara y con la que ella tantas veces le escribió palabras de amor. Aquella canción sonaba no sólo en sus oídos sino en su corazón y ahora con toda la energía que traen los recuerdos que uno lleva tiempo intentando no visitar, venía a vestirla de ese luto inadmisible que provocan los amores que no se han terminado de matar. La canción y su mensaje, se apropiaron de sus ojos y los llenaron de infinitas lágrimas que pugnaban por una salida triunfal sin reparar en el momento, ni el lugar, y que resbalaron velozmente por su cara ante la mirada atónita de un repentino público.
Se escurrieron por su cara, continuaron por su pecho, bajaron por su torso y la bañaron a ella, y a sus sorprendidos observadores, regaron los árboles de la zona y aumentaron el caudal de los ríos cercanos. La lluvia se fue a regar otros lugares e incluso se tomó unas vacaciones y todo lo que creció a partir de aquellas lágrimas cubrió el firmamento de verde esperanza.
Pero eso ocurrió más tarde, mientras la canción interminable aún sonaba, llegó él. Aunque había sido la misma canción para los dos, él ya no la recordaba, como tampoco se acordaba de la luz tenue, ni de las caricias, ni de las palabras que ella le escribió. A ella sí la recordaba, y saber que tenía poder para causar dolor a alguien que lo amaba, embriagaba de satisfacción a su orgullo. Buscó en los ojos de ella alguna consecuencia de su proximidad, algún brillo acuoso que le garantizase aquel poder de años, pero había llegado demasiado tarde. Caminaba, sin saberlo, encima de las últimas lágrimas que a ella le quedaban.

El amor 3

2)Antes de ti
Ella cerró los ojos y susurró infinitas veces aquellas tres palabras “antes de ti”, y las palabras de tanto repetirse se extendieron hasta el horizonte como una alfombra de sílabas gastadas y aplastadas por todo el pasado que cargaban cuando se pronunciaban juntas. Abrió los ojos, sin dejar de susurrarlas, y se dio cuenta de que“ti” eran dos. El de esa frase que tanto repetía, ya no estaba más. Curiosamente ese con el que siempre hizo planes de futuro era sólo parte del pasado.
Mientras su mantra se alejaba más y más de su conciencia, se dio cuenta de que era incapaz de concretar el momento en el que su auténtico “ti” había dejado de existir para convertirse en otra cosa. En su mente había recuerdos de ambos, pero en ninguno de ellos había una percepción de algún tipo de metamorfosis...¿Cuándo ocurrió?, ¿en qué momento su “después” pasó a ser una blasfemia de lo que soñó que sería? Rebuscó en su memoria algún momento capaz de atesorar el cambio y no lo halló. ¿Y ella?, ¿era ella “antes de Ti”?, sentía como si su “yo” se hubiera borrado... “Ti” se había colado hasta en su propio nombre. Y entonces lo vio claro, Ti y Yo no existían más. Se habían vertido en el mismo vaso y se habían diluido como un café con leche aquella tarde de diciembre en la que habían decidido que desayunarían juntos cada mañana.

el amor 2

"Yo te quería".- dijo Ana mientras con sigilo le cortaba el dedo índice a Juan que la miraba impasible. "Yo te quise".- respondió Juan como si utilizando el perfecto simple quisiera acabar con todo rastro de ese amor en el presente. Ella entonces, con ira incontenida, clavó el cuchillo en la mano de él, que no se inmutó. "¿Por qué no me quieres ya?", preguntó Ana, "¿No dijiste que era para siempre?" Y Juan, sin una sola muestra de dolor la observó y le habló de sus planes para hoy, sin ella. Recordó, mientras con el muñón de su índice se tocaba la frente, que tenía cita con el médico a las dos, que aún quedaba arroz de ayer en la nevera para cenar y un poco de tomate y mozzarella, que le gustaba ese nuevo libro que había empezado, que deseaba que mañana hiciera buen tiempo, que le había salido un granito en la comisura del labio superior...
Ana le clavó el cuchillo en el estómago mientras gritaba: ¡Quiéreme hijo de puta!, pero ya él no la miraba. Ella se había convertido en un zumbido molesto, en un calor sofocante que se colaba por alguno de sus poros y le embriagaba el cuerpo como una resaca de garrafón. Su mirada impasible se convirtió en una mirada hastiada y era Ana quien lloraba mientras le clavaba la última puñalada en el corazón mismo, porque era ella quien se desangraba, era su propio corazón ahora muerto el que había abierto en dos con sus palabras afiladas.
No hiere el que quiere, sino el que puede, y él ya estaba muy lejos de cualquier dolor que ella pudiera causarle.

El amor 1

Uno siempre quiere ser diferente, especial. Por eso nos enganchamos al amor, porque nos lo hace creer. El amor hace sentir importante, hace creer en la magia, en la unidad, en la eternidad. Todo es un cuento de hadas, una borrachera diaria de besos y arrumacos y te haces adicto al amor, y quieres que dure. Y sigues bebiendo de eso porque es la droga más hermosa que existe, hasta que de repente, pierdes el móvil y has de usar el antiguo de tu actual pareja y te encuentras con fotos de sus ex desnudas (tres o cuatro), mensajes de amor que ella le enviaba y lo que es peor, mensajes que él le enviaba a ella donde las palabras son las mismas que te envía a ti, el mensaje es el mismo y las faltas de ortografía también. De repente te das cuenta de que no eres tan especial como sentías y una nube de decepción se te posa en los ojos y te llueve todas las ilusiones y tu mundo y tu plan y todo lo que hasta ahora era especial se vuelve mierda. Tu sueño futuro se desmorona, tú te desmoronas y quieres desmoronarlo a él. Quieres aniquilar su amor propio como él, sin saberlo ha hecho con el tuyo, y lo haces. Lo destrozas todo, dejas que las palabras más duras y mezquinas revienten cualquier posibilidad de vida, o de resurrección casi, de esa hipocresía que ya no te hace especial y por tanto no te engancha. Y te mueres con ella. Pasas el mono dolorosísimo, los cambios drásticos desarrollas la capacidad de comenzar de la nada, y cuando como un turista te acercas a observar las ruinas de tu pasado, compruebas que en ellas hay pedazos enteros de ti que hablan de aquello con lo que no contaste, y es que a ti también te ha pasado. Tú también dijiste las mismas palabras, abrazaste con igual fervor y besaste con la misma pasión a los anteriores, no a todos, pero sí a todos aquellos con los que elegiste quedarte, porque cada persona que se ama es la mejor, la eterna, la futura, es ella. Porque el amor siempre es el mismo, cambian las personas pero no el modo de vivirlo. Ahora esperas a otro, un escritor original y creativo tal vez, que odie los móviles y las faltas de ortografía.

2007

ELLA
Él tenía una abuela, de esas de pelo gastado, mirada dura y tantos surcos en la cara como lágrimas se le escurrieron por la vida. Era austera por temerosa de ese Dios, compartido e inclemente, que mandaba a los malos al purgatorio (cuando éste aún existía) y a los muy malos a un infierno, panacea de éstos últimos y de los comunistas.
A ella le gustaba escuchar, escondida en silencio, tras la puerta, las notas que los dedos de su nieto dibujaban en su teclado diminuto. Él jugaba con negras y blancas a un ajedrez sin ganador en el que la única victoria era hacer escalas creativas sin final. Construía eternas melodías que aún se escuchan en las noches más oscuras. Hizo canciones para el viento y que el viento elevó a oídos solitarios de músicos sin musa, (porque hay quien dice que las canciones están en el aire y luego algunos las cogen y las hacen suyas).
Una mañana en que el sol los despertó, tan juntos como siempre, la vieja decidió tejerle a su nieto el futuro que a ella jamás le brindaron y fue corriendo a la tienda a comprarle la ilusión del mañana. Sus rodillas gastadas de limpiar el suelo de burgueses que jamás reconocerían su trabajo y sus pulmones atiborrados de la mierda de un pasado del que tuvo que comer, no impidieron que cargara con el sueño pesado de su nieto: un teclado enorme de los años 80.
Él le regalaba canciones, compañía y sonrisas de agradecimiento. y ella, a cambio, cenas disfrazadas de aquella mujer que por deber le dolía ser.
Después de vivir ausencias provocadas por los años, después del miedo y las dudas que a todo anciano provoca la cercanía de la muerte, decidió que le llegaba la hora, la aceptó...y se recostó en una cama mustia que, sin cubierta de madera, ya era un ataúd. Cuando le quedaban horas, porque todos lo sabían, lo llamaron a él, y mientras él tocaba ella cantaba con su último suspiro dejando sus miedos, sus tabúes, y su acento aranés en la memoria de los que la quisieron y en su nieto la añoranza del olor a huevos con patatas como un modo de esgrimir los futuros “te quieros” que ella con palabras nunca le dijo.

29 de marzo

Me dejo caer entre tus manos grandes y ásperas que parecen sujetarme dentro del pozo que visitamos juntos y del que tú probablemente no eres consciente porque lo has transformado en tu hogar.
Tus besos, tu espalda, tus silencios de mirada perdida, los fragmentos de pasado que me cuentas, los secretos que te guardas, parecen parte de mi vida ya y a veces me da miedo. Me da tanto miedo caerme de entre tus brazos que casi prefiero vivir contigo en el pozo.
Enamorarse es tan doloroso como placentero, sobre todo al principio, es como apostar toda tu fortuna a un número y cada día que pasa hacer la misma apuesta...
Me tiemblan los recuerdos en el estómago, e imagino tus manos en mi espalda como un escudo y un latigazo de esperanza me recorre el cuerpo y quiero que tus manos se queden ahí para siempre...y te lo digo, y a veces dudo de si debería o no decirte tantas veces cómo me siento...y entonces entras por la puerta y descubro que no hay nada que ya pueda hacer para evitar quererte...que no hay nada de ti que no quiera descubrir y que no sé cuánto durará...pero me encanta

Derrota

Fin de año 2008
Llegar al alba, ver el sol con los ojos repletos de sombras y dudas. Ver el sol y no querer ir a dormir, como si así se pudieran evitar la resaca y la culpa. Llegar sola y llena de vacío, ¿cómo se llena una de vacío? La noche la atravesé en un segundo, mañana no recordaré los nombres, ni las caras, pero hoy me invade un amor intenso por estos chicos que hablan desde nuestra verdad absoluta.
Escucho estupideces y no me lo parecen y por eso yo las digo aún más fuerte. La estupidez es baluarte de esta noche sin tregua.
La oscuridad fue o es testigo de historias, de detalles, algunos hermosos, que se han paseado delante de mi, olores, palabras, gestos, miradas, universos de segundos que podría haber conservado en mi mente futura...y todo lo que yo retuve fueron luces y sombras en mi vaso de derrota.
Ahora ya no recuerdo cómo se recuerda, ni me importa. En mi memoria sólo quedan miles de mañanas-tardes como esta, que siguen a una noche fantasma y que guardan el sabor de las manos temblorosas, la cabeza que rueda, las preguntas de siempre, ¿qué dije?, ¿qué hice?, ¿qué es esto que guardo en el bolsillo? Un pedazo de memoria de otro.
¿Dónde me llevó la noche? ¿a qué lugar remoto de mí misma y del mundo? Recojo mis trozos y tardo días en unirnos, es más fácil juzgarse dividida, frágil y hablar de mí como si fuera otra. Así llega más fácil el perdón y se aligeran la vergüenza y el dolor.
Recojo mi noche, que es mía, la doblo y la almaceno en el armario de las noches perdidas, que es casi infinito, una más que no recuerdo, una más en que no dormí, ni soñé. Y junto a la noche que pierdo se pierden otras cosas, se pierde la fe en uno mismo, el valor de uno mismo, se pierden personas, oportunidades y sobre todo tiempo...se pierde mucho tiempo pensando cuándo será que todo explotará y podré de veras empezar de nuevo.
El último cigarro prometo, la última copa prometo y ambos desaparecen con mis ganas de seguir creyendo en mí.